Frente a la inminente reestructuración global que trajo consigo la pandemia por COVID-19 y la imposibilidad de descifrar aún cómo será la nueva normalidad, Francisco Ortega, socio senior de McKinsey & Company y responsable de Hispanoamérica, identifica algunos lineamientos esenciales que pueden tener en cuenta los líderes para comenzar a navegar hacia lo que sigue.
La escala masiva del brote y su gran imprevisibilidad hacen que sea difícil para los ejecutivos saber cómo responder a todas las dudas que surgen sobre cómo será el próximo escenario. Pero, la buena noticia es que ya se ha demostrado que las empresas que toman las crisis como una oportunidad generan más valor en las fases de recuperación y crecimiento. El primer paso es reconocer la crisis como tal y, desde ese lugar, comenzar a organizar las respuestas que seguramente serán improvisadas (porque no hay una experiencia pasada que sirva como guía), y que pueden implicar cambios temporales (como, por ejemplo, adoptar el teletrabajo) y otros que se mantengan una vez que la crisis haya pasado (como podrían ser las normas de seguridad).
En estos momentos en que la reactivación económica está cada vez más cerca y el panorama sigue siendo incierto, identificamos ciertos temas que, sin lugar a dudas, deberían ser parte de la agenda de los líderes de las organizaciones:
1. Diseñar un plan detallado del reinicio. Antes de regresar a la actividad, se deberá contar con un plan exhaustivo, que cubra cuestiones sanitarias, regulatorias y de producción (plantas que primero deben reactivarse, segmentos por priorizar, etc.). Contar con este esquema constituirá una guía de gran valor para acortar los tiempos de readaptación y retornar de forma eficiente a los niveles de actividad previos.
2. Dar garantías de seguridad a los consumidores. Las marcas tendrán que pensar cómo restablecer la confianza de los consumidores frente a una nueva percepción del riesgo en la vida social.
3. Atender el cuidado de los empleados. Al igual que los consumidores, los trabajadores también se preocupan por su seguridad. Esta nueva normalidad trajo consigo un cambio en la percepción de qué se considera un trabajo de riesgo. Hace unos meses, difícilmente pensaríamos que ser cajero podía ser una ocupación riesgosa y hoy, probablemente, lo sea. Por tal motivo, es necesario identificar hitos que indiquen que es seguro volver a trabajar e incluirlos en el plan detallado de reinicio.
Contar con un plan exhaustivo constituirá una guía de gran valor para acortar los tiempos de readaptación.
4. Desarrollar una estrategia agresiva para reavivar la demanda. La percepción del consumo y el ahorro han cambiado, por lo que será necesario reactivar la demanda con incentivos cuidadosamente estudiados.
5. Ajustar las cadenas de suministros y operaciones. Es probable que una empresa con presencia en múltiples jurisdicciones solo pueda operar en algunas de ellas. A la hora de regresar, habrá que considerar tales complejidades en cada etapa de la cadena de suministro.
6. Repasar la agenda digital. La digitalización se está acelerando. Por eso, es fundamental ajustarse a las nuevas necesidades de los clientes aprovechando los canales y ofertas digitales.
7. Adoptar una mentalidad innovadora. En este camino de reinicio, daremos pasos hacia delante y hacia atrás. Es probable que, frente a determinadas situaciones, no encontremos respuestas conocidas en el pasado. Por lo tanto, habrá que confiar en la creatividad y delegar poder de acción en los equipos para que, proactivamente, le den forma a la nueva normalidad a partir de las necesidades que surjan.
Es difícil saber hoy cómo será el futuro con exactitud, pero sí podemos decir que será el resultado de innumerables decisiones tomadas por individuos, empresas, gobiernos e instituciones. El presente es el momento preciso para empezar a construir las respuestas a las preguntas que nos hacemos hoy sobre la nueva normalidad.