De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, más de mil millones de personas, o sea cerca del 15% de la población mundial, tienen algún tipo de discapacidad. Además, debido a las tendencias demográficas y el aumento de la prevalencia de enfermedades crónicas, el número de personas con discapacidad está aumentando en todo el mundo.
Ya sea temporaria o permanente, lo cierto es que todos sufrimos alguna discapacidad en algún momento de nuestras vidas. Frente a esa realidad, el diseño inclusivo surge como una metodología que habilita y aprovecha toda la gama de la diversidad humana. Se trata, en definitiva, de aprender de personas con una variedad de perspectivas.
“El diseño inclusivo es una filosofía, un proceso y un resultado. No solo concierne a productos y ambientes, sino también a servicios y eventos”, sostiene en una entrevista de la Universidad Loughborough Hua Dong, profesora de diseño en la Universidad Brunel, en Londres. “La idea general detrás del diseño inclusivo es que debemos pensar más ampliamente. Es pensar sobre quién puede enfrentarse a un desafío, por qué y cómo. Y, luego, como diseñadores, pensar qué podemos hacer respecto de eso”, agrega su colega Sharon Cook.
En líneas generales, se pueden identificar cuatro enfoques que la evolución del diseño inclusivo ha tenido en los últimos años, según el Inclusive Design Research:
- 1994 - Productos: las primeras investigaciones de lo que se conoce como diseño inclusivo 1.0 se enfocaron en las capacidades de los usuarios. Se utiliza la metáfora del gran paraguas: ese que puede cobijar tanto a una embarazada, como a un anciano, a una persona en silla de ruedas y a un niño. Entre los ejemplos, están las rampas que vinculan las veredas con las calles.
- 2004 - Interacción: el foco del diseño inclusivo 2.0 estuvo puesto en los procesos. Se buscaba que las decisiones fueran éticas, que los procesos fueran inclusivos y los resultados, responsables. Además de ser útiles y usables, los productos se volvieron deseados y sustentables. El diseño 2.0 no trabaja con usuarios, sino con las personas y las comunidades (sus necesidades, desafíos, deseos y oportunidades). Por ejemplo, el diseño de protocolos para el manejo de situaciones de emergencia liderados por una comunidad.
- 2014 - Experiencia: el diseño inclusivo 3.0 tuvo al servicio como gran faro. La diversidad aparece en el centro de la escena, ya que los usuarios utilizan los productos en diferentes formas y en distintos contextos. Los grupos multidisciplinarios y colaborativos que se forman para resolver determinados desafíos y que combinan diseñadores, arquitectos, diseñadores de interior, urbanistas y personas voluntarias con diversas discapacidades están entre los ejemplos de esta etapa.
- 2024 - Sistema: a medida que se piensa más en la diversidad de los usuarios y, sobre todo, en la personalización, el futuro diseño inclusivo 4.0 crea sistemas de servicio. Recurre para eso a las tecnologías, como la inteligencia artificial. Además, la tecnología permite diseñar sin costos extra: se puede encontrar un conjunto de soluciones para un mismo problema, respetando las diversas necesidades.
Cómo crear mejores soluciones para todos
Si bien los diseñadores pueden recurrir a la simulación para “ponerse en los zapatos” de, por ejemplo, personas con visión reducida, personas de la tercera edad o incluso niños, uno de los mayores aprendizajes que han tenido quienes se dedican al diseño inclusivo es que la mejor opción siempre es hablar e involucrarse con los múltiples usuarios posibles.
Las mejores ideas y las más empáticas no surgen de lo que alguien piensa que otro necesita o le gustaría tener, sino que se descubren en el trato directo con los propios protagonistas.
Una de esas historias es la de Elise Roy, ex responsable de Accesibilidad UX e Inclusión en Google. Elise empezó a perder la audición a los 10 años y recurrió desde temprana edad a la creatividad para adaptar su entorno. Más tarde, canalizó esa creatividad para ayudar a otras personas con discapacidades: luchó para mantener los subtítulos en vivo disponibles en su universidad y se involucró en la creación del Tratado Internacional de Derechos de las Personas con Discapacidad de las Naciones Unidas.
“Cuando diseñamos para discapacidades, todos nos beneficiamos”, dice Roy, que ayuda a los equipos a analizar los problemas y diseñar desde la perspectiva de las personas que suelen ser las más excluidas.
“Diseñar de forma inclusiva es mirar a las personas con diferencias -habilidades, raciales, culturales o sexuales- y luego diseñar productos para sus experiencias. La diversidad humana es nuestra mayor fuente de innovación. Cuando resolvemos para los grupos más excluidos, a menudo desarrollamos soluciones que son mejores para todos. El correo electrónico y los subtítulos son dos grandes ejemplos de esto: ambos fueron creados para ayudar a las personas sordas. Ahora ambos son ampliamente utilizados por todos”, advierte.
“Diseñar de forma inclusiva es mirar a las personas con diferencias -habilidades, raciales, culturales o sexuales- y luego diseñar productos para sus experiencias.”
— Elise Roy, ex responsable de Accesibilidad UX e Inclusión en Google
Cada decisión que una empresa toma tiene el potencial de incluir o excluir clientes. En ese sentido, el diseño inclusivo enfatiza la comprensión de la diversidad de los usuarios y la importancia que eso tiene a la hora de tomar decisiones para incluir a la mayor cantidad de personas posible.
Y la diversidad de los usuarios no solo tiene que ver con sus capacidades, sino también con las necesidades, aspiraciones y deseos. Por eso, construir marcas inclusivas implica honrar factores clave como: la autonomía individual, la libertad de tomar las propias decisiones, la no discriminación, la accesibilidad, la igualdad y el respeto por la diferencia. Y es uno de los grandes desafíos de las empresas en la actualidad.
Project Guideline, las descripciones de imágenes en Chrome, la nueva versión de TalkBack y los servicios Speech son algunos proyectos en los que hemos estado trabajando desde Google para hacer la información cada día más accesible.
“Con frecuencia, la gente piensa que diseñar para poblaciones excluidas es simplemente ‘hacer el bien’. Sin embargo, diseñar para la discapacidad ha aportado un gran valor a los productos, a las empresas y a todos. Es una de nuestras herramientas de diseño de productos más valiosas”, concluye Roy.
La pandemia nos ha enfrentado con necesidades que antes no teníamos: eso nos hace más empáticos. Por eso, readaptarse y apostar de forma integral por la inclusión se vuelven decisiones prioritarias, que también conducen al éxito duradero y responsable.